Se aproximan días libres y muchos padres nos aventuramos a viajar con nuestros hijos (pequeños y grandes). Y como ley universal, tajante y exacta, justo antes de salir a tu destino algo suele pasar: dolores de estómago, mocos repentinos o ¡hasta fiebre!. Es como si Murphy (el hombre ese que dice "todo lo que pueda salir mal, pasará") está viéndote por un agujero mientras se ríe sarcásticamente.
Me considero una veterana del viaje con bebé, ya que he viajado en varias ocasiones y la gran mayoría sólo contando con la ayuda de mi esposo. He tenido la suerte de que mi pequeña se ha portado como una campeona. Pero no todos los niños son campeones. Además seamos sinceros, un largo viaje puede ser estresante, abrumador y hasta súper aburidooooo.
Mi peor anécdota, y la cual, bajo ninguna circunstancia debe ser tomada como ejemplo de cordura mental, fue cuando justo el día anterior a un viaje en avión, mi hija de 1 año y medio tenía una fiebre altísima y estuve en Urgencias toda la madrugada... y aún así no cancelamos. Nuevamente les recuerdo que mi hija es muy, muy, bien portada en esas situaciones. Pasé la primera semana del viaje administrando antibióticos de día y noche. Pero en favor de mi falta de cordura, era un viaje familiar con todos sus primos y de verdad que fue enriquecedor para ella.
Para aquellos que viajarán por primera vez o que les preocupa un poco el recorrido, aquí le dejo unos tips de la revista Parenting.
SI VAS POR AVIÓN...
Es perfectamente seguro para un recién nacido viajar en avión si el transporte aéreo es absolutamente necesario - la altitud no dañará sus oídos (aunque pueden sentir dolor), es sólo que los recién nacidos son particularmente vulnerables a enfermarse y por ello viajar cuando son recién nacidos debe ser cauteloso. Reserva el asiento más amigable para viajar con niños. La manera más segura es que tu pequeño tenga si propio asiento, pero muchas aerolíneas no lo obligan y también no todos pueden pagar el boleto extra. Si planeas llevarlo en tu regazo busca el asiento que está a lado del pasillo, lo que te da una mejor movilidad para levantarte y caminar un poco para calmar a tu bebé y un acceso más rápido a su asiento al subir y al desembarque. Planificar el vuelo durante la siesta: un bebé que duerme es un bebé feliz. Muy importante es proteger sus oídos. Una dósis preventiva de medicina para el dolor y unas gotitas de oído puede ayudar pero consulta primero con tu pediatra para obtener su guía.
SI VIAJAS EN AUTO...
Nada puede arruinar un viaje por carretera como un bebé inquieto. Las náuseas son el típico malestar de los niños (si no lo sabré yo, mi infancia fue con una bolsa de plástico en cada viaje por carro). El problema radica en que al estar sentados fijos en un asiento y estar en movimiento a la vez, manda mensajes conflictivos al cerebro de tu hijo y eso se transforma en el malestar. Trata de planificar rutas en carreteras rectas, aunque puede ser difícil tal vez puedes evitar carreteras muy sinuosas. Viaja a la siesta, el sueño puede calmar un estómago descontento. El mejor momento para salir es justo antes de una siesta, así es más probable que llegues a tu destino con un bebé cómodo y bien descansado. Dale a tu hijo una vista. Coloque el asiento de seguridad en el medio del asiento trasero para que tu bebé puede mirar por la ventana del frente, ver el horizonte calma la sensación de movimiento. De vez en cuando abre una ventana, el aire fresco es el mejor amigo de un malestar estomacal. Habla con tu médico acerca de los medicamentos para el mareo.
EN GENERAL...
No olvides de su manta o juguete favorito! No olvides lo medicamentos que usa regularmente por ejemplo para alergias, dolor general, problemas estomacales, resfríos o fiebre. En algunos países es muy difícil conseguir medicamentos sin recetas así que mejor llévalas contigo. ¡Y no olvides divertirse en grande!
Referencia: http://www.parenting.com/