Mato por ser de las bloggers que tienen un horario fijo y que tiene el post programado a la misma hora y el mismo día...pero, más que estar enfocada en un horario me gusta "bloggear" bajo la premisa de que: primero, debo investigar y leer sobre el tema; segundo, no hacer "copy y paste" (me rehuso) y por último: debo tener una opinión, un consejo o una idea para compartir y eso toma tiempo.
Realicé una breve encuesta sobre varios temas que estaban en mi lista y noté que en particular este tema tocaba un nervio, me puse a leer, a conversar con otras mamás (hasta con la mía) y pude notar que "el lloriqueo" es un tema extenso (tanto que dividí el post en 2 partes).
Conocido también como quejadera, lloradera o whining, esta es una etapa que toda madre ha tenido que ponerse con nervios de acero. Este método de comunicación suena en mis oídos igual que Janice, la novia de Chandler en Friends (si la recuerdas sabes a lo que me refiero). Es una forma de hablar quejumbrosa, mitad actuada-mitad real, una tortura que puede hacer hasta a un veterano de guerra doblarse como papel. Usualmente aparece entre los 3 y 4 años, aunque puede hacer su debut antes, como también puede durar incluso más allá de los 4 años dependiendo de la destreza de comunicación del niño. Acá en mi casa, estamos en pleno pico con mi hija de 3 años y 4 meses.
El motor detrás del lloriqueo son las emociones, no hacernos miserables como pensamos los padres. La frustración ante una situación o la inhabilidad de expresarse vocalmente son las principales causas. Recordemos que a las edades de 2, 3 y hasta 4 años ellos aún no saben manejar sus emociones como nosotros y las mismas salen emitidas en ese vocabulario llorado. Luego vienen las demás causas: hambre, sueño, ambientes ruidosos e incluso falta de atención.
A veces el lloriqueo nos lo buscamos nosotros (sí, así como lo leen). Sabes que tienes a tu hijo o hija en el carro a punto del aburrimiento total o del sueño y decides hacer una rápida parada en la farmacia y cuando estás pagando se forma el lloriqueo porque en el carro se quedó su peluche, el cual no lo había volteado a ver en horas. ¿Buscado? Claro que sí. El agotamiento, el hambre o las ganas de llegar a casa lo puso de mal humor y no sabe como decírtelo ni como hacer para que ese sentimiento cambie. Tú concepto de "parada rápida" no resultó ser la misma que la de tu hijo.
Una de las consecuencias del lloriqueo son los berrinches, que a mi forma de verlo, es el siguiente escalón del lloriqueo. Por lo tanto, creo importante detenerlo a tiempo antes de tener que llamar a la Nanny McPhee porque ya simplemente todo está fuera de control.
Ya sé, hasta ahora todo ha sonado feo, pero según la mayoría de los expertos, somos nosotros los padres los que tenemos el poder para contener, controlar y finalmente desaparecer este hábito. Y además es una etapa por la que todos pasan y rara vez se observa en niños de edad escolar. Así que manos a la obra que hay esperanza y estudiemos los tips de expertos y uno mío para que la hora del lloriqueo no se convierta en batalla de máscara contra cabellera. (!!!!)
Ahora se preguntarán, ¿por qué este título, la reina de lo gritos, si estamos hablando del lloriqueo? Al caer en la trampa del lloriqueo y otras conductas, muchas veces he terminado luciendo la corona de "mamá gritona". Las madres somos humanas y por más que sabemos que gritar en realidad no cambia conductas ni enseña lecciones de vida, se nos escapa de las manos. Son esos momento cuando simplemente no estamos con la mente fresca y damos uno o dos gritos para poner un alto. En la segunda parte les hablaré de como mejorar esta y otras situaciones sin gritar (porque ninguna quiere ser la mamá gritona-gruñona).
Suerte! xoxo
Yani