Da Vinci, Einstein, Marie Curie, Stephen Hawkins, Mozart y Picasso todos son nombres que conocemos perfectamente por su inteligencia, ingenio, creatividad y logros. Ya sea que lo lograron por incontables horas de estudio y trabajo o porque nacieron con ese chip que pocos poseen que los cataloga como genios.
Baby Einstein, Mozart for Babies y Brainy Baby todos son nombres que también conocemos desde que nos convertimos en padres preocupados por la inteligencia de nuestros hijos. Pero... (siempre hay un pero), ¿cuándo cruzamos la línea entre desearles lo mejor y ejercer la presión innecesaria de exigir lo mejor?
Este tema viene provocando mi interés y aumenta cada día con las incontables fotos por las redes sociales donde todos celebramos el mínimo logro de nuestros pequeños . El niño de 2 años que ya dibuja perfectamente los planetas, la niña que no sabe sumar ni restar pero ya puede tocar el piano y así sucesivamente. Y no hay nada de que avergonzarse pues todos lo hemos hecho: compartir el orgullo que sentimos cuando sospechamos que nuestro pequeñín esta adelantado motora o intelectualmente.
Pero la moneda tiene dos caras: están los que celebran con alegría y están los que bajo la presión por ser los mejores sucumben y terminan renunciando a su ballet, tennis, karate o fútbol. Y es allí donde me interesa trazar la línea. Yo misma lo he experimentado y me frusto terriblemente cuando veo que en la clase de ballet mi hija decide tirarse al piso a reír en vez de poner atención y convertirse en el clon perfecto de la maestra. Pero, ¿sabes qué? Tiene 3 años y todo debe ser diversión a esta edad; sin presiones, sin competencia mal dirigida y sin disciplina militar. Tiempo habrá para los horarios y las exigencias de la vida cotidiana...o al menos eso pienso.
Para esclarecer mi mente sobre el tema, conversé con Andrea Jara García de Paredes, psicóloga clínica y miembro de Fundación para las Relaciones Sanas. Ella me dice: "es natural desear que los hijos sean exitosos, pero recordemos que la felicidad es un conjunto de muchas cosas y que ser el número uno en algo no es sinónimo de ser feliz. Muchas veces los padres sin darse cuenta tratan de cumplir con sus hijos sueños que a ellos les hubiera gustado realizar. Recuerden siempre que los hijos son personas diferentes a sus padres, con diferentes personalidades, intereses, metas y necesidades. Es importante permitirles que desarrollen su propia personalidad."
Mi esposo me cuenta que de niño odiaba el fútbol y le obligaban a ir porque en esa época todos los hijos de los amigos de sus padres iban al fut. Como resultado, el día de hoy no hace ningún deporte, ni si quiera los ve por televisión. En vez de encontrar algo que a el realmente le interesara hacer y divertirse sanamente en ello, le crearon una aversión a los deportes y aunque no lo crean, eso hoy en día le impide compartir conmigo cuando le invito al Parque Omar a darle una vuelta. Cómo una cosa tan pequeña puede afectar de adulto, ¿verdad?
Y por otro lado, están los niños que no tienen tiempo ni de rascarse la nariz. Yo misma lo he oído cuando otras madres lo cuentan...salen justo del escuela, de volada comen, se arreglan y en 10 minutos están en otra clase y así todos los días de la semana. Son igual que un adulto, saltando de reunión en reunión y luego a compromisos sociales. "La vida en la actualidad está llena de estímulos estresantes. Lo vemos cuando vamos por la calle; las personas están todo el tiempo apuradas por cumplir sus múltiples responsabilidades. A medida que pasa el tiempo, los niños pequeños van teniendo cada vez más exigencias, tanto en las escuelas como en su vida en general.", nos dice Andrea.
"Tener un pasatiempo puede volverse una compañía en un momento de soledad, estimula destrezas y hace sentir al niño que tiene talento y le da un sentido de pertenencia. Es una alternativa sana con la que puede contar en un momento de estrés. El tiempo para jugar y tener una vida social correspondiente a la edad también es fundamental para el desarrollo físico y emocional del niño (a). A través del juego libre los niños aprenden a esperar su turno, a tener paciencia, a pensar en los demás a parte de ellos, a trabajar en equipo, a manejar la frustración y también desarrollan destrezas como la motricidad gruesa, motricidad fina, el concepto del tiempo y espacio, habilidades sociales, entre otras."
Entonces, ¿que hacer?, ¿cómo sabemos cuando estamos cruzando la línea? Debido a que esto realmente no es un síndrome ni una enfermedad, sino simplemente una sobrecarga de tareas que puede resultar en una saturación emocional para los niños, lo más importante es conversar abiertamente con los niños y escuchar las cosas que te dicen. Si muchas veces reflejan no estar contentos con la actividad o van tristes o bravos, entonces hay que prestar atención. Es cierto que hay que enseñarles a ser perseverantes y no dejarlos que renuncien solo porque no quieren seguir participando ya que puede ser algo pasajero, pero hay que observar si con el tiempo ellos reflejan a través de su conducta que no están contentos, entonces hay que permitirles explorar otras opciones o incluso dejarles que con el tiempo ellos mismos decidan.
Les dejo con un dicho de Albert Einstein: La imaginación es más importante que el conocimiento. Y eso mismo pienso yo: una gran imaginación sueña lo imposible y una mente llena de conocimiento lo hace posible, pero el primer paso es imaginar.
hasta la próxima!
Les dejo con un dicho de Albert Einstein: La imaginación es más importante que el conocimiento. Y eso mismo pienso yo: una gran imaginación sueña lo imposible y una mente llena de conocimiento lo hace posible, pero el primer paso es imaginar.
hasta la próxima!
